
En las relaciones sufrís porque tratáis de entender. Intentar entender nunca os ayudará. Es como pelar una cebolla. Podéis pelarla infinitamente sin llegar a ninguna parte. Si intentáis explicar o entender al otro mediante la psicología o la filosofía no llegaréis a ninguna parte. Juzgáis porque no os sentís en conexión con la otra persona. Si aprendierais a experimentar al otro, sea vuestra esposa, vuestro padre o vuestro hijo, viviríais en felicidad.

Suelo poner el ejemplo de una pareja que conocí. Él era decano de una facultad de medicina y se casó con una verdulera. Era el matrimonio más desigual que podáis ver. Él era guapo, formado, cultivado y próspero y ella era todo lo contrario. Su matrimonio era extraño porque llegaron a un acuerdo antes de casarse para no intentar cambiar al otro. Él experimentó los modales de ella y ella experimentó los defectos de él.
Ninguno intentó cambiar al otro y es el matrimonio más feliz que jamás he visto. Tras 25 años de matrimonio siguen teniendo vida en su relación. Si pudierais experimentar a vuestras esposas cuando os gritan y os regañan, será maravilloso. De manera similar, cuando vuestros maridos viajan, molestan o son indiferentes hacia vosotras, si los experimentáis, sin intentar cambiarlos, seréis felices.
Es la única manera de mantener las relaciones porque así las relaciones se convierten en una fuente de alegría.
Si sois capaces de experimentar así a vuestras esposas no sólo seréis felices con ellas, sino con todo lo que hay en vuestras vidas. Experimentaréis una taza de café, el plátano que os coméis y vuestro paseo matutino de cada día. Sabréis que habréis llegado al cielo. Os puede parecer difícil y sin embargo, no lo es.

AMOR
El enamoramiento no es amor, la emoción no es amor, el apego no es amor, la posesión no es amor. En el momento en que descubrís este amor, descubrís también la conexión, os sentís conectados con vuestros padres, con vuestros hermanos, amigos y todas las personas del mundo. Si no tenéis esta conexión, la vida no merece la pena ser vivida. El amor está por descubrir. Tiene que ocurrir.»